Varios centenares de personas bautizadas presentarán sus cartas de renuncia en arzobispados de Latinoamérica. No quieren figurar en listas que luego son utilizadas por la Iglesia para negociar poder y presupuesto.
Por Mariana Carbajal de Página 12
Una nueva apostasía colectiva se realizará hoy en distintas ciudades del país y en forma simultánea en otros países latinoamericanos, como Uruguay, Brasil, Paraguay, Venezuela, Perú y México, promovida por feministas, ateas y ateos, activistas de la diversidad sexual y gente sin militancia. Varios centenares de personas bautizadas presentarán sus cartas de renuncia a la Iglesia Católica y pedirán que se borren sus nombres de los registros eclesiásticos. Y, fundamentalmente, se las deje de considerar católicas. “Es una forma de manifestar el desacuerdo con su política social, sexual y económica dejando en claro que no nos representa y que no deseamos que reciba, del Presupuesto del Estado nacional, subsidios ni privilegios en nuestro nombre”, explicó la psicóloga Cecilia Galcerán, quien en su adolescencia fue militante católica y ahora es una de las coordinadoras de esta movida, a la que han adherido, entre otras personalidades, el artista plástico León Ferrari, la cantautora cordobesa que vive en México Liliana Felipe y la legisladora porteña de la Coalición Cívica-ARI, Diana Maffía.
Justamente, “No en mi nombre” es el lema de esta propuesta de apostasía colectiva, que por primera vez se hizo en la Argentina el 30 de marzo de 2009. Muchas de las personas que quisieron “desafiliarse” de la Iglesia Católica en el último año y medio, como Galcerán, todavía no fueron notificadas de que el trámite concluyó exitosamente. Para la Iglesia Católica todo bautizado es católico, a pesar de que muchas personas han recibido ese sacramento siendo bebés, pero no viven acatando los preceptos morales que impone la religión. “La cifra de bautizados es muy alta porque se transformó en una cuestión cultural. Pero la Iglesia la utiliza para imponer sus puntos de vista en la legislación y conseguir privilegios”, objetó Galcerán.
La carta para apostatar se puede bajar del sitio http://apostasiacolectiva.org/. Hay que completarla con los datos de bautismo. El trámite, en realidad, es personal y debe realizarse en el Obispado o parroquia donde la persona fue bautizada. Hace una semana, cuando las organizadoras difundieron un comunicado dando cuenta de la iniciativa, más de un millar de personas consultaron la página en apenas dos días, destacó Galcerán, en diálogo con Página/12.
Galcerán presentó su carta de renuncia el 11 de marzo de 2009 en la iglesia de San Antonio de Padua, en el oeste del conurbano. A las dos semanas, en lugar de confirmarle que habían accedido a su pedido, recibió una carta firmada por el obispo de Moreno-Merlo y presidente de Cáritas, monseñor Fernando María Bargalló, en la que le pidió que reflexione con él en torno de su decisión. “Si bien mi intención será siempre la de respetar su libre voluntad y decisión, sin embargo, me gustaría que podamos compartir cuál ha sido la motivación que la ha llevado hasta este punto, ya que si bien se puede tener diferencias de criterios con la ‘Iglesia’, desde lo más profundo de nuestro bautismo celebramos el don y la alegría de ser hijos e hijas de Dios”, le escribió el obispo, y cerró la carta diciéndole: “Sepa que estoy a su disposición para charlar o profundizar sobre estos temas”.
Galcerán estará hoy a partir de las 16.30 frente a la Catedral Metropolitana junto con otras personas que entregarán su carta de renuncia a la Iglesia Católica o reclamarán –como ella– por sus solicitudes ya presentadas, sin respuesta. Galcerán vive en el barrio de Caballito. Ha sido madre soltera, de un hijo que hoy tiene 17 años, y hace varios años está en pareja. Nació y creció en una familia católica. Hace cuatro años, cuando se reconoció como feminista, empezó a querer “desmarcarse” de la Iglesia Católica. Dice que poco a poco fue tomando conciencia “de que le estaba dando de comer a un poder político nefasto y devastador para la configuración de la familia y el ejercicio de la sexualidad”.
Durante la jornada habrá presentaciones para darse de baja de la Iglesia Católica en diferentes ciudades del país: a las 10, en la Catedral de Mar del Plata y en el Arzobispado de San Juan, a las 10.30 en el Arzobispado de Rosario y a las 16 en el Arzobispado de La Plata. También en Mendoza y Salta.
La campaña invoca el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el artículo 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que garantizan la libertad de conciencia y de religión. Y se funda en la Ley 25.326 de Protección de Datos Personales. En su artículo 16, la normativa establece que “toda persona tiene derecho a que sean rectificados, actualizados y, cuando corresponda, suprimidos o sometidos a confidencialidad los datos personales de los que sea titular, que estén incluidos en un banco de datos”. Pero la Iglesia Católica no quiere borrarlos de sus registros. Por ahora, en los casos en que ha respondido, ha inscripto al lado de cada acta de bautismo la renuncia.
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