miércoles, 25 de mayo de 2011

Una pregunta ingenua: ¿dónde quedó la verdad?

“A propósito del caso Salinas”

Por: Claudio Leguiza*

El filósofo alemán Frederick Nietzsche, hablaba de la voluntad de poder y decía que el poder, de la voluntad de poder, consiste en imponer la verdad. Pero ¿cuál es la verdad en el caso Salinas? Humildemente creo que la verdad aquí ya no importa, ella misma fue tragada por otros acontecimientos y tal vez, después de un tiempo, dejará de ser oportuno preguntarse por ella.

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La verdad pudo ser que los trabajadores perciben bajos salarios en negro, des-amparados por gremios oportunistas que “saludan con sombrero ajeno” y se suben al tren de las circunstancias; la verdad pudo ser aquella persona que compró comida y la depositó en la mesa callejera; pudo ser la piedra que casi le rompe la cabeza al gurí; todas imágenes que terminaron opacando la pregunta principal ¿Dónde quedó Salinas en todo esto?

Foucault también concluyó en que la verdad no existe, sino que la verdad es una creación del poder.

Pero volvamos a Nietzsche: “no hay hechos, hay interpretaciones”. Entonces puede ocurrir que municipales corten la Madariaga, que sectores oficialistas descontentos arremetan contra una medio, que los pobres indios sufran las consecuencias de los estereotipos del caso (“la agresión es cosa de indios”) o que otros medios defiendan “sus verdades”, por conveniencia político-económicas o por la búsqueda de verdades más coherentes a las fuentes disponibles.

Vendrán miles de interpretaciones a discutirla y finalmente no vamos a entender nada.

¿Este es la finalidad de los medios? ¿No será la lucha por el poder? ¿Dónde queda el pueblo en “medio” de esto? Muchos casos se dieron en esta ciudad que terminamos sin entender que pasó: homicidios, desapariciones, casos de corrupción que el tiempo disuade, etc, etc, etc; lo que quedan son conjeturas.

¿Entonces la verdad será que nadie sabrá nada, por que la verdad es una creación del poder? Mi pregunta es ingenua, aunque ella no se detendrá nunca; alguien puede venir dos o tres años después y “aclararnos” el panorama pero ya no tendrá el sentido que ahora tiene (ya dejó de tener en este instante).

Ahora, la única verdad de la cual no hay lugar a dudas, es que las circunstancias tomaron al Intendente por asalto.

*Claudio Leguiza es Licenciado en Historia y Estudiante de la Licenciatura en Filosofía.

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