martes, 4 de octubre de 2011

Para cuidar el agua de los ríos

Se firmó el acuerdo del programa que involucra a Argentina, Paraguay, Bolivia, Brasil y Uruguay, para el monitoreo conjunto de los ríos Paraguay, Paraná, Uruguay y De la Plata. Habrá acciones para controlar el cambio climático, la pesca, la contaminación y las represas hidroeléctricas. La sobreexplotación pesquera, el desmonte, la creciente utilización de agroquímicos, y la contaminación industrial, son algunos de los puntos abordados.

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Los gobiernos de Argentina, Paraguay, Bolivia, Brasil y Uruguay lanzaron un programa para gestionar de forma sostenible la Cuenca del Plata, red hídrica natural que se extiende sobre el territorio de estos países. El principal desafío es hacer frente al cambio climático y sus consecuencias socioambientales. Además, estarán abordadas cuestiones que impactan sensiblemente en los ríos como la sobreexplotación pesquera, el desmonte, la creciente utilización de agroquímicos, y la contaminación industrial. En un panorama mundial donde empieza a hablarse de “guerras del agua”, la coordinadora del programa, Mónica Troadello (Argentina), manifestó que posibles avanzadas para acaparar los recursos hídricos “encontrarán a nuestros pueblos unidos y preparados”.

Con una extensión geográfica de 3,1 millones de kilómetros cuadrados, la Cuenca del Plata es una de las más grandes del mundo. Incluye a los ríos Paraguay, Paraná, Uruguay y De la Plata. Desde el Pantanal en Mato Grosso, Brasil, pasando por el este boliviano, la integridad del territorio paraguayo, casi la totalidad de la superficie uruguaya y alrededor de un tercio de Argentina, estos cursos superficiales y subterráneos de agua concentran en sus alrededores a unas 100 millones de personas. Otra cifra: el 70 por ciento del PBI de estos cinco países se genera en este territorio. Tal magnitud ambiental, social y económica, llevó a que en 1967 estos cinco países crearan el Comité Intergubernamental Coordinador de la Cuenca del Plata (CIC).

El contexto político regional de la última década –funcionamiento del Mercosur y creación de Unasur– contribuyó a potenciar el desarrollo del ente, estanco durante muchos años. A partir de una serie de estudios recientes, el CIC avanza ahora en la implementación de un programa para la gestión sostenible de la cuenca, en relación a efectos de la variabilidad y cambio climático. Según estimaciones de este organismo, las temperaturas en la región aumentarán, a causa de las concentraciones de efecto invernadero, entre 2 y 5 grados en los próximos cien años. La consecuencia directa será la reducción de los caudales en los ríos. Para prever acciones que mitiguen esos daños y otras que aborden situaciones ya irreversibles el CIC ejecutará hasta 2015 políticas que incluyen desde la mejora de aspectos jurídicos hasta el trabajo territorial con comunidades ribereñas.

Durante la presentación del programa en el Palacio San Martín, de la Cancillería, Mónica Troadello, embajadora por Argentina, advirtió que “ya hay alerta a nivel mundial por la contaminación y los niveles utilizables de agua dulce”. En la misma sintonía, el vicecanciller de Uruguay, Roberto Conde, enfatizó que organismos militares en el mundo “hablan de guerras del agua” y que la FAO –Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura– insiste en la “urgencia” de proteger el recurso “para garantizar la seguridad alimentaria”. Frente a este contexto, los países de la región proponen “un modelo de desarrollo basado en la solidaridad”, resaltó Troadello.

La coordinadora del programa recordó que la región contiene “cerca del 6 por ciento de la población mundial, y el 20 por ciento del recurso hídrico”. Es por eso que, como bien mencionó Joao Luis Pereira Pinto, representante político ante el CIC por Brasil, esta parte de Sudamérica “es el centro de atención del mundo”. “Debemos hacer bien los deberes en casa”, exigió el diplomático brasileño, en referencia a evitar injerencias externas.

Financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, el programa se centrará en monitorear y accionar en torno de las inundaciones y sequías en zonas críticas de la cuenca. A eso se agrega el trabajo sobre otros aspectos como el uso no sostenible de recursos pesqueros, la insalubridad de las aguas, impacto de contaminantes derivados la agricultura, el saneamiento ambiental de las ciudades, la deforestación.

Otro aspecto relevante será la coordinación en el manejo de las represas hidroeléctricas. Hay 150 en toda la cuenca, y tres son binacionales: Itaipú (Brasil-Paraguay), Yacyretá (Argentina-Paraguay) y Salto Grande (Uruguay-Argentina). En diálogo con Página/12, el recién asumido secretario general del CIC, José Luis Genta (Uruguay), indicó que la producción hidroeléctrica históricamente “ha aparecido como atentadora con la vida y el ambiente”. Pero al ser “una de las energías más limpias y menos peligrosas”, deben desarrollarse, pero junto “con políticas paralelas en lo social y en lo que respecta al cuidado de los ecosistemas”.

A partir de experiencias piloto, el desafío de acá a 2015 es precisar “cuáles son las prácticas correctas” en todos estos temas, para luego aplicarlas “de forma coordinada” entre los miembros del CIC. “Nuestros ríos son la venas del cuerpo ambiental. No importa dónde se los dañe porque nos va a afectar a todos”, concluyó Genta.

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